Autor: Alex Carrillo Díaz


Ensayo


En uno de los primeros diálogos que tuvimos en el círculo de estudios llamado “El Filo de la Geografía” acerca del libro “Teetetes. De la ciencia” de Platón , sugerí que esta obra presentaba muchos aspectos que podían ser considerados, en mi opinión, ideas precursoras del positivismo lógico. Para mi no era una novedad encontrar tanta profundidad y reflexión en Sócrates y Platón, pues en la universidad había leído la Apología de Sócrates, pero sí me sorprendió cuán claros y acertados son sus reflexiones sobre ciencia y conocimiento, como si vivieran en el presente. Siento que sus aportes han superado el paso del tiempo. Lo que me pareció muy peculiar fue que nadie más dentro del círculo se sorprendiera como yo, sea por la actualidad de sus ideas o por esa posible cercanía al positivismo.


Monumentos a Sócrates y Platón


Quizá sea mucho pedir. Incluso los propios filósofos del círculo de Viena, quienes en la segunda década del siglo XX fundan su escuela filosófica, el positivismo lógico, no han sido conscientes de esta relación. En la introducción del libro titulado “El positivismo lógico” de Alfred J. Ayer, quien es un representante de la escuela positivista, el autor no mencionó a Sócrates o a Platón como una referencia intelectual de donde surge el positivismo. El variopinto grupo de pensadores que conforman la inspiración positivista no incluye a los griegos clásicos, salvo por Epicuro i. (Para más detalles vean la nota a pie de página, presionando la "i").


Bertrand Russell, otro representante de la también llamada filosofía analítica, en su Historia de la Filosofía Occidental tampoco incide en la profundidad del pensamiento de Sócrates escrito por Platón en sus diálogos. Parece que esta semejanza intelectual solo es percibida por mi. No creo que ellos ignoren esta relación adrede, debe ser que legítimamente no la sienten. Por ello, deberé realizar algún esfuerzo para confirmar mi parecer.


Adicionalmente, en el diálogo que mantuvimos, luego de presentar la idea de una posible relación entre Sócrates y Platón con el positivismo lógico, Sebastian Murillo, interlocutor en el diálogo, licenciado en filosofía, miembro de nuestro círculo de estudios, manifestó que no consideraba lo expresado en el “Teetetes” como precursora intelectual del positivismo ya que la característica más notable del positivismo es creer en los sentidos de la percepción humana (como la vista o el tacto), como su criterio de verificación último y necesario de la verdad, por ello al positivismo también se le llama empirismo, es decir, la búsqueda de la verdad valiéndose de la experiencia sensorial como criterio definitivo, aclarador de dudas.


¿Existe relación alguna entre Sócrates y el positivismo? Es cierto que Sócrates, en su diálogo con Teetetes, explica las razones por las que una persona o un pensador debe dudar de sus sentidos o no debería fiarse plenamente de estos, pero no lo hace de una manera radical, antagónica al empirismo, sino de forma moderada, semejante a como Bertrand Russell, miembro cercano como indiqué a la corriente positivista, lo hace en su obra “Fundamentos de Filosofía”. Comparemos lo que dice uno y otro sobre los sentidos y la verdad.


Bertrand Russell - Fundamentos de Filosofía


“Consideremos primero la creencia en los objetos comunes, tales como mesas, sillas y árboles. Todos nosotros nos sentimos perfectamente seguros acerca de estas cosas en la vida ordinaria y, sin embargo, nuestra confianza está fundada en razones por demás endebles. El ingenuo sentido común las suponer ser tal y como aparecen a nuestros sentidos, lo cual es imposible puesto que no aparecen exactamente lo mismo para dos observadores simultáneos; no es posible por lo menos que si el objeto es uno solo sea igual para todos los que lo observan. (…) Ahora bien, la física nos dice que una mesa o una silla es “realmente” un sistema increíblemente vasto de electrones y protones en rápido movimiento, separados por un espacio vacío. Hasta aquí todo va perfectamente; pero el físico, como el hombre ordinario, depende de sus sentidos para comprobar la existencia del mundo físico.” (8)


Platón – Teetetes. De la Ciencia


Opinando sobre las ideas de Protágoras, Sócrates comienza.


Sócrates:

¿No es su opinión que las cosas son, con relación a mi, tales como a mi me parecen, y con relación a ti, tales como a ti te parecen? Porque somos hombres tu y yo.


Teetetes:

Eso es lo que dice efectivamente.


Sócrates:

Es natural pensar que un hombre tan sabio no hablase al aire. Sigamos, pues, el hilo de sus razonamientos. ¿No es cierto, que algunas veces, cuando corre un mismo viento, uno de nosotros siente frío y otro no lo siente, éste poco y aquel mucho?


Teetetes:

Seguramente.


Sócrates:

¿Diremos entonces, que el viento tomado en si mismo es frío o no es frío? O bien tendremos fe en Protágoras, que quiere que sea frío para aquel que lo siente, y que no lo sea para el otro?


Teetetes:

Es probable.


Sócrates:

El viento, ¿no parece tal al uno y al otro?


Teetetes:


Sócrates:

Parecer ¿no es, respecto a nosotros mismos, la misma cosa que sentir?


Teetetes:

Sin duda.


Sócrates:

La apariencia y la sensación son lo mismo con relación al calor y a las demás cualidades sensibles, puesto que parecen ser para cada uno tales como las siente.


Teetetes:

Probablemente.


Sócrates:

Luego la sensación, en tanto que ciencia, tiene siempre un objeto real y no es susceptible de error.


Teetetes:

Así parece.


Sócrates:

¡En nombre de las Gracias! Protágoras no era muy sabio, cuando ha mostrado enigmáticamente su pensamiento a nosotros, que pertenecemos al vulgo, mientras que ha descubierto a sus discípulos la cosa tal cual es.


Teetetes:

¿Qué quieres decir con esto? Sócrates.


Sócrates:

Voy a decírtelo. Se trata de una opinión que no es de pequeña importancia. Pretende, que ninguna cosa es una, tomada en sí misma, y que a ninguna cosa, sea la que sea, se le puede atribuir con razón denominación, ni cualidad alguna; que si se llama grande una cosa, ella parece pequeña; si pesada, parecerá ligera y así de lo demás; porque nada es uno, ni igual, ni de una cualidad determinada, sino que de la traslación, del movimiento, y de su mezcla recíproca se forma todo lo que decimos que existe, sirviéndonos en esto de una expresión impropia, porque nada existe sino que todo deviene. Los sabios todos, a excepción de Parménides, convienen en este punto, como Protágoras, Heráclito, Empédocles; los más excelentes poetas en uno y otro género de poesía, Epicarmo en la comedia, Homero en la tragedia, cuando dice:

El Océano, padre de los dioses y Tétis su madre, con lo que da a entedner, que todas las cosas son producidas por el flujo y el movimiento. ¿No juzgas que es esto lo que ha querido decir?


Teetetes:

Sí.


Sócrates:

¿Quién podrá en lo sucesivo sin ponerse en ridículo hacer frente a un ejercito semejante, que tiene a la cabeza a Homero?


Teetetes:

No es fácil, Sócrates.


Luego de algunas reflexiones más, Sócrates revela algo importante, y es que no comparte las ideas de Protágoras, acerca de la diferente percepción a través de los sentidos y su correspondiente guía para catalogar a la ciencia.


Sócrates:

Si el órgano con que medimos o tocamos un objeto fuese grande, blanco o caliente, no llegaría nunca a ser otro, aun cuando se le aplicara a un objeto diferente, si no se verificaba en él algún cambio. De igual modo, si el objeto medido o tocado tuviera alguna de aquellas cualidades, aun cuando le fuera aplicado otro órgano o el mismo, después de haber sufrido alguna alteración, no por esto llegaría a ser otro, si él no experimentaba cambio alguno. Tanto más, querido amigo, cuanto que según la otra opinión, nos veríamos precisados a admitir cosas realmente sorprendentes y ridículas, como dirían Protágoras y cuantos quisiesen sostener su parecer.

-O-


En resumen podemos extraer lo siguiente, tanto Russell como Sócrates, consideran que los sentidos pueden engañarnos o equivocarse, sin embargo, ninguno de ellos cree que por eso debemos ser relativistas o negar la capacidad de los sentidos, sino que buscan alguna manera para corregir esa subjetividad. Por ello es que Sócrates se asusta y teme que cualquiera será ridiculizado si pretende negar el relativismo perceptual que incluso es defendido en el arte, de manera figurada, por Homero. ¿Encuentran el parecido?. A continuación lo fundamentaré.


La característica definitiva del positivismo lógico


Cuando dialogábamos con Sebastian Murillo, él afirmó que el positivismo lógico necesitaba de una prueba empírica, que en último termino radicaba en los sentidos de las personas, y que esto no se encontraba en la obra Teeteto. Sin embargo Sócrates sí se refiere a este criterio en sus palabras y a su manera. Quizá no sea enfático en el punto, pero no deja de considerarlo como la posibilidad más cercana a ser verdad. Es la hipótesis epistemológica por la que tácitamente apuesta, aun sin afirmar que sea el método verdadero o definitivo, ya que su objetividad no se lo permite, pero ciertamente duda de Protágoras y su relativismo.


Si es sorprendente encontrar esta clase de vínculos que nadie ha mencionado, resulta aun más llamativo que en la Autobiografía de Rudolph Carnap, representante del positivismo lógico, nos diga que este criterio de verificación empírica o sensorial no es una característica de su escuela filosófica. Esta afirmación la realiza Carnap mientras nos relata sus conversaciones con Albert Einstein en la Universidad de Princeton, donde el famoso físico le expresó una crítica a los planteamientos del positivismo, la que citaré en extenso para que se entienda tal cual y no como mi interpretación:


“En una ocasión Einstein dijo que deseaba formular una objeción contra el positivismo, relativa a la cuestión de la realidad del mundo físico. Yo le respondí que no había una diferencia real entre nuestros pareceres, pero él insistió en que quería hacer una precisión importante. Entonces criticó, remontándose a Ernst Mach, el criterio de que los datos de los sentidos son la única realidad o, de manera más general, cualquier criterio que presuponga que exista algo como base absolutamente cierta de todo conocimiento. Le expliqué que nosotros habíamos abandonado esos criterios positivistas tempranos, que ya no creíamos en una “base absoluta del conocimiento” y mencioné el simil de Neurath, según el cual nuestra tarea es reconstruir la nave mientras navega por el océano. Einstein estuvo totalmente de acuerdo con la metáfora, para añadir entonces que si el positivismo se había liberalizado hasta tal extremo, ya no había ninguna diferencia entre nuestra concepción y la de cualquier otra perspectiva filosófica. Yo le contesté que de hecho no existía ninguna diferencia fundamental entre nuestra concepción y la suya y la de otros científicos en general, aun cuando éstos la formulasen en lenguaje realista; pero que existía todavía una diferencia importante entre nuestros puntos de vista y el de las escuelas filosóficas tradicionales que buscaban el conocimiento absoluto.” (79) (El resalte en negrita en la cita es mío).


Entonces, en contraposición a las definiciones clásicas de empirismo, podemos concluir que la característica del positivismo lógico no es basar su confianza última en los sentidos, o en algún criterio absoluto, tal y como lo dijo Carnap. Algo semejante dijo Bertrand Russell en su libro:


“Los filósofos han tendido a menudo a establecer sistemas definitivos en forma semejante: no se han contentado con la gradual aproximación que satisface a los hombres de ciencia. Es un error. La filosofía sería en todo caso fragmentaria y provisional como la ciencia; la verdad definitiva es cosa del cielo y no de este mundo.”


Por lo tanto, considerando la problemática en torno a la ciencia abordada por Sócrates y Platón, y sus ideas sobre los sentidos y el criterio de comprensión de la realidad sin un absolutismo metodológico, Sócrates se revela no solamente brillante, sino que también parece un precursor de la corriente científica, analítica o positivista en filosofía: soy sabio por que sé lo que ignoro, conozco mis límites. ¿No es lo mismo que afirman Carnap y Russell?


De esto se desprende que el verdadero filósofo no es quien conoce la verdad, algo para lo que siempre se puede anteponer algún tipo de objeción, sino quien llega al límite del conocimiento en su época, en su contexto. Carnap y Russell lo expresan tal cual, después de una vida dedicada a la reflexión, el positivismo no pudo aseverar que tiene una base empírica definitiva o absoluta fundamentada en los sentidos.


Entonces, al final, se puede decir que Sócrates y Platón tenían razón al considerar que el saber no es la verdad sino el límite entre lo que se sabe, lo que no se sabe y sus demostraciones correspondientes. No han sido superados y pueden ser también considerados incluso como los verdaderos epígonos del pensamiento positivista si no nos ceñimos solo al inicio de esta corriente sino a su versión completa, donde el criterio sensorial no es la prueba definitiva. Sin duda se debe profundizar en estos aspectos desconocidos por mi. ¿Cuáles serían los otros criterios entonces?


Como mencioné al inicio, creo que existe una relación entre el Sócrates de Platón y el positivismo. Más allá de que mis sentidos me estén mostrando algo que nadie más pueda ver, sentir o interpretar, y esté equivocado, espero haberme dejado entender.




Notas al pie

i El círculo de Viena fue un círculo de estudios filosóficos nacido en Viena, Austria, en 1929. Se convertiría en el embrión institucional del positivismo lógico. A continuación cito el texto de A. J. Ayer donde nos indica quienes eran los predecesores intelectuales del círculo de Viena, y por lo tanto del positivismo lógico, extraídos de una presentación inicial realizada por representantes del círculo como Rudolph Carnap, Otto Neurath y Hans Hahn:

“ (…) los autores publicaban una lista de aquellos a quienes consideraban sus principales precursores. Como empiristas y positivistas, mencionaron a Hume, a los filósofos de la Ilustración, a Comte, Mill, Avenarius y Mach; como filósofos de la ciencia, a Helmholtz, Riemann, Mach, Poincaré, Enriques, Duhem, Boltzmann y Einstein; como lógicos teóricos y prácticos, a Leibniz, Peano, Frege, Schröder, Russell, Whitehead y Wittgenstein; como axiomatistas, a Pasch, Peano, Vailati, Pieri y Hilbert, y como moralistas y sociólogos de tendencia positivista, a Epicuro, Hume, Bentham, Mill, Comte, Spencer, Feuerbach, Marx, Müller-Lyer, popper-Lynkeus y Karl Menger Sr.; la lista es sorprendentemente amplia, pero debe recordarse que en la mayoría de los casos sólo se refiere a un aspecto especial de la obra de estos autores; así, por ejemplo, se incluye a Leibniz por su lógica, no por su metafísica; a Carlos Marx no se le incluye por su lógica ni por su metafísica, sino por su acceso científico al estudio de la historia.”