Autor: Huamaní Villagómez, Andrés

Resumen

Parte 1


Panorama general


Tras la revisión del Teeteto de Platón debo advertir lo incómoda que puede resultar su lectura debido a los extensos diálogos que allí se encuentran, donde en ocasiones no se llega a alguna conclusión precisa, sino que esta debe ser inferida. No obstante, existen casos donde las conclusiones son bien precisas. Desde cualquier punto de vista, leer estos diálogos es una exigencia intelectual, que revela la concepción filosófica general de Platón. Acudimos a estos para abstraer de manera directa ciertos aportes oportunos para introducirnos a nuestro tema de estudio: la epistemología.

Por el momento me atrevo a decir que lo que se problematiza en el Teeteto no es precisamente epistemología, sino gnoseología; esta última disciplina filosófica, más general, sentará las bases de nuestro estudio cuando nos dediquemos estrictamente a la epistemología. Con la gnoseología conseguiremos manejar ciertos conceptos base que resultan fundamentales.

Asimismo, no pude dejar de lado la introducción que está en el texto antes del Teeteto, sin embargo, ya que vamos a tratar del primer concepto problematizado en el diálogo entre Sócrates y el mismo Teeteto, considero que tal introducción es mucho más precisa y clara que el mismo diálogo, pero como repito, por exigencia intelectual siempre es preferible contrastarlo con la obra directa.

Imagen de Sócrates que representa el momento cuando bebe la cicuta


El diálogo entre Sócrates y Teeteto acerca del saber


En este diálogo entre Sócrates y Teeteto se discute sobre el “saber”, un concepto cuya definición tiene un contexto relativamente diferente al que nosotros podemos concebir en la actualidad. Teeteto da tres definiciones del saber, cada una de ellas contradichas por Sócrates; sin embargo, el problema sobre la primera definición abarca casi la mitad del Teeteto, los dos restantes se distribuyen en la segunda mitad. Por ello, me dedicaré, en esta primera parte a exponer sobre la primera definición. Además, en gran parte del problema sobre la primera definición hay datos muy característicos atribuidos a Sócrates, como el arte de hacer parir ideas, algunos comportamientos en las polis (ciudades), y la diferencia de trato entre los jóvenes y los adultos.

Problema

Por lo general los diálogos que desarrolla Platón representan algún suceso acontecido en su vida. En este caso, empero, este diálogo es una “ficción literaria” (139)-68: los argumentos son correspondientes a las mentes de los personajes (a mi parecer), pero el contexto, la situación, es ficción.
 “El tema fundamental de la obra es una cuestión de carácter epistemológico, aunque no sea la única que preocupa a Platón” (141)-69, porque también se problematiza sobre las leyes, lo que es lo justo, y otros asuntos de carácter moral.
 
El diálogo Teeteto empieza con la conversación de Euclides y Terpsión, que ven a un adulto Teeteto mal herido tras combatir en la guerra, muy cerca de la muerte. Ante este terrible acontecimiento, Euclides recuerda que ha escrito una conversación que sostuvo Sócrates con Teodoro y Teeteto, cuando este último era joven.  Los interlocutores entonces se dirigen a la casa de uno de estos y le piden a un esclavo que lea los diálogos.
 
Definiciones sobre el saber

En el diálogo entre Teeteto con Sócrates se desprenden las siguientes definiciones de conocimiento o saber.

¿Cuáles son las tres definiciones? Sócrates dice: “Si investigamos qué es el saber, es completamente estúpido decir que es la recta opinión acompañada del saber, ya sea de la diferencia o de cualquier otra cosa. Por tanto, Teeteto, resulta que el saber no sería ni percepción, no opinión verdadera, ni explicación acompañada de opinión verdadera” (316)-157. Entonces, tenemos la definición del saber como: 1. percepción, 2. como opinión verdadera o 3. como opinión verdadera acompañada de explicación.

El saber como percepción


Sócrates, al dialogar con Teodoro le pregunta si alguna vez se ha encontrado con alguien con quien valiera la pena conversar, este le dice que conoce a un joven llamado Teeteto, Sócrates entonces lo manda a llamar.

Sócrates: “En cuanto a ti, no son pocos, ciertamente, los que frecuenta en tu compañía y, desde luego con toda justicia. Eres digno de ello por ' varias razones y, especialmente. por tu conocimiento de la geometría. De manera que si conoces a alguno con el que merezca la pena conversar, me gustaría saberlo” (176-177)-87.  

Teodoro: “Se llama Teeteto, Sócrates. Me parece que su fortuna ha sido dilapidada por ciertos tutores. También en la liberalidad con que dispone de su riqueza es admirable, Sócrates.” (178)-88.
Sócrates está interesado en conversar con un geómetra, pues estos son capaces de tener conocimientos perfectos como la misma geometría; sin embargo, Teeteto es gramático. Aun así, Sócrates le pregunta lo siguiente.

Sócrates: También yo, hijo mío. aprendo de él y de todos aquéllos a los que considero entendidos en estas materias. Sin embargo. aunque estoy satisfecho en relación con lo demás, tengo una pequeña dificultad que me gustaría investigar contigo y con los que están aquí. Dime: ¿no consiste el aprender en llegar a ser más sabio en lo que uno aprende? (180)-89.

En esta cita encontramos una referencia al sabio, como poseedor del saber, y que por la educación uno puede aprender y alcanzar esa sabiduría. Mas adelante Sócrates le pregunta a Teeteto.

Sócrates: ¿No somos sabios en aquellas cosas que sabemos?

Teeteto: Naturalmente.

Sócrates: ¿No son, entonces, lo mismo el saber y la sabiduría?

Teeteto: Sí. (181)-89. Sabio es entonces el que sabe, y por saber entendamos por ejemplo el dominio de la geometría, que es un conocimiento perfecto e inconfundible.

Luego Sócrates intercambia unas palabras con Teodoro, intentando obtener alguna respuesta a la pregunta sobre el saber pero no le contesta debido al temor de ser refutado por Sócrates. Por eso le pide que siga dialogando con Teeteto, ya que como es joven le conviene más a él, además que un joven sea refutado no es tan vergonzoso como si lo fuera un adulto. Sócrates entonces prosigue.

Sócrates: Escucha, pues, Teeteto, lo que dice Teodoro, a quien no creo que quieras desobedecer. Además. no está bien que en estas cosas quien es más joven haga caso omiso de lo que ordena un hombre sabio. Pórtate bien y contesta gentilmente: ¿qué te parece a ti que es el saber? (182)-90.

¿Qué es el saber? Es la pregunta relevante de lo expresado por Sócrates, y Teeteto debe responder, de antemano anticipo que Sócrates no está interesado por un saber específico, sino por la naturaleza del saber, esto es general, ontológico en tanto esencia, por eso indiqué que no es un tratado epistemológico. 

Teeteto: A mí. ciertamente, me parece que son saberes las cosas que uno podría aprender de Teodoro, como la geometría y todo eso de lo que tú hablabas hace un momento. También lo son, a su vez, la zapatería y las artes que son propias de los demás operarios, todas y cada una de ellas no son otra cosa que saber (182)- 90.

Sócrates, interesado en delimitar la conversación en la naturaleza del conocimiento, y no en uno en específico dice:

Sócrates: Pero no era eso, Teeteto, lo que se te preguntaba. La pregunta no era acerca de qué cosas trata el saber ni cuántos hay. No te preguntábamos con la intención de contarlos, sino con la intención de conocer qué es el saber en sí mismo. No sé si me expreso adecuada mente.

Teeteto: Si, tienes mucha razón.

Sócrates no se detiene en que los zapateros tienen un saber, pues para que el saber se dé el zapatero deberá tener el conocimiento de hacer zapatos, antes de hacer los zapatos, el carpintero semejantemente, entonces el conocimiento debe tener la misma naturaleza o composición, si acaso nos podemos referir de esta manera. Al respecto, Sócrates pone como ejemplo la pregunta: qué es el barro. A lo cual no sería correcto decir que barro es aquello que usan una serie de sabios y cada uno lo hace de un modo distinto, ni enumerar los diversos tipos de barro que existen. “En la cuestión acerca del barro lo más simple y sencillo sería decir que el barro es tierra mezclada con agua y dejar a un lado a quién pertenece.” (184)-91.

Sócrates anima a Teeteto a que no tenga miedo, y que se comporte como hombre y se atreva a dar una definición, y es entonces cuando la primera definición sobre el saber sale a flote:

Sócrates: Así es que vuelve al principio, Teeteto, e intenta decir qué es realmente el saber. No digas que no puedes, pues si Dios quiere y te portas como un hombre. serás capaz de hacerlo.

Teeteto: Ciertamente, Sócrates, exhortándome tú de tal manera, sería vergonzoso no esforzarse todo lo posible por decir lo que uno pueda. Yo, de hecho, creo que el que sabe algo percibe esto que sabe. En este momento no me parece que el saber sea otra cosa que percepción (193)-95.

El saber es la percepción. El contrargumento de Sócrates girará en varios ángulos, sin embargo, trata sobre lo mismo, incluso, en ocasiones el mismo se pone en contra suya para ver si su argumento está bien, y concluye en lo mismo. Sócrates responde a esta pregunta.

Sócrates: Parece, ciertamente, que no has formulado una definición vulgar del saber, sino la que dio Protágoras. Pero él ha dicho lo mismo de otra manera, pues viene a decir que «el hombre es medida de todas las cosas, tanto del ser de las que son, como del no ser de las que no son». Probablemente lo has leído. ¿No?

Teeteto: Sí, lo he leído, y muchas veces. (193)- 95.

“¿Hay otra manera de hacer que un número sea mayor sin añadir?” Es imposible, y esto es mencionado por Sócrates porque el saber, al concebirse como perfecto sería igual a la geometría, a las matemáticas.

Cuando hay una definición común a todos, a un conjunto de elementos, a esto se llama esencia, porque hay una naturaleza objetiva o universal en ello; cuando se habla que algo se percibe diferente, es porque se habla del no ser, no hay esencia de algo, tampoco una naturaleza universal sobre algo. Y si la percepción de algo es por el movimiento, ese algo que se percibe debe tener los dos movimientos, no uno, porque si solo tiene un movimiento quiere decir que esta estático en otro movimiento, y la estaticidad, por decirlo así, es símbolo de esencia.

Sócrates empezará a refutar, porque hasta ahora le ha seguido la corriente a Teeteto. Sugieren que como en los sueños, y en la locura, ellos perciben cosas que no son, y no podemos llamar a eso saber, es obvio.

Sócrates: Teniendo en cuenta que lo que actúa sobre mí es para mí y no para otro, ¿no es verdad que soy yo quien lo percibe y no a otro?

Teeteto: Naturalmente.

Sócrates: Por tanto, mi percepción es verdadera para mí. pues es siempre de mi propio ser, y yo soy juez, de acuerdo con Protágoras, del ser de lo que es para mí y del no ser de lo que no es.

Teeteto: Eso parece.

Sócrates: En consecuencia, si soy infalible y mi pensamiento no se extravía con relación a lo que es o llega a ser, ¿podría yo no saber aquello que es el objeto de mi percepción? (212-213) – 105.

Sócrates: ¿Vamos a acordar, entonces, que todo aquello que percibimos por la vista o el oído es también al mismo tiempo sabido? Por ejemplo, antes de aprender una lengua extranjera diremos, acaso, ¿que no oímos cuando hablan, o que oímos y sabemos lo que dicen? E, igualmente, si no supiéramos las letras, ¿mantendríamos que no las vemos, cuando ponemos nuestros ojos en ellas, o que las sabemos, precisamente, porque las vemos? (218)- 108

Sócrates: Ahora mismo te lo voy a decir. Imagínate que alguien te hiciera esta pregunta: «Si uno ha llegado a saber algo en un momento determinado y aún tiene y conserva el recuerdo de ello, ¿es posible que no sepa eso mismo que recuerda en el instante mismo en que lo recuerda?» Puede Que me exprese prolijamente, pero lo que quiero preguntar es si alguien que ha aprendido una cosa y la recuerda no la sabe.

Sócrates: De esta manera el que ve, decimos que ha adquirido el saber justamente de eso que ve, pues hemos acordado que la visión, la percepción y el saber son lo mismo.

Teeteto: Sin duda alguna.

Sócrates: Sin embargo, el que ve y ha llegado a saber lo que ha visto, sí cierra los ojos  lo recuerda pero no lo ve. ¿No es así?

Teeteto. - Sí.

Sócrates: Pero «no ve» es «no sabe», si es que «ve» es también «sabe».

Teeteto: Es verdad (218-220)-108-109

Sócrates: No, al menos si sostienes que ver es saber. Imagínate que alguien te hiciera a una de esas preguntas de las que no se puede escapar, en las que parece que uno se ha caído en un pozo, como suele decirse. Imagínate, digo, que un varón osado te preguntara, tapándote uno de los ojos con la mano, si ves su manto con el ojo tapado . ¿Qué harías ante una pregunta como ésta?

Teeteto: Diría, creo yo, que no lo veo con este ojo, pero con el otro sí.

Sócrates: ¿De manera que veas y, al mismo tiempo, no verías una misma cosa? (222)-110

Mi conclusión es la siguiente. Se ha demostrado que lo que percibes es lo que sabes, pero lo que no percibes no sabes; sin embargo, hay ocasiones en que los sentidos son engañados, y al percibir esto saben algo que en verdad no es tal, también hay recuerdos que están en muestra alma, pero no son el conocimiento de ello, porque en el saber se presupone conocer de ello, sin embargo, todo lo que hemos percibido no viene con el conocimiento de lo que percibimos.

Sócrates: Y a continuación viene lo más sutil de todo: aquél, al conceder que todos opinan lo que es, deberá admitir que es verdadera la creencia de los que tienen opiniones contrarias a la suya, como ocurre en el caso de quienes consideran que él está en un error (234)-116.

Hay más argumentos, pero redundantes, como espero que se hayan dado cuenta.

Sócrates: Por consiguiente, el saber no radica en nuestras impresiones, sino en el razonamiento que hacemos acerca de éstas. Aquí, efectivamente, es posible aprehender el ser y la verdad, pero allí es imposible.

Teeteto: Evidentemente. (132) Y en las percepciones no hay razonamiento de lo que se percibe, no hay conocimiento, y no se concibe la naturaleza de lo que se percibe.

 

Bibliografía


- Platón, Obras Completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 3, Madrid, 1871.